Rachel y yo directo a Saint Martin/Sint Maarten

Rachel y yo tomamos una promoción en la aerolínea DAE (la cual ahora no existe) por USD $150 a Sint Maarten. Cuando llegamos al aeropuerto nos percatamos que había un retraso de 5 horas, lo cual nosotros procedimos a dormir, hablar y ver vídeos en la tablet. A la final resultó que la aerolínea era como un autobús caribeño, que recorría varios países del Caribe y Sudamérica con un solo avión. El avión que venía de Caracas (Venezuela) debía para en Curazao, luego en Santo Domingo (Rep. Dominica), y posteriormente en Sint Marteen. 

A todo esto se le sumó que Rachel y yo no sabíamos a donde íbamos a dormir en la isla neerlandesa/francesa porque la chica con la que habíamos conversado por CouchSurfing para quedarnos en su casa, no nos había confirmado, lo cual nos hizo dudar y además no sabíamos que nos esperaría debido al retraso y a su falta de confirmación. 

Una vez que abordamos el avión, viajamos por una hora y media hasta la isla. Hicimos los tramites migratorios, porque es como ingresar a Europa. Vimos que una dominicana al parecer no la dejaron entrar por problemas con su visado. Rachel y yo, al menos no necesitamos visado para viajar a Europa ni a la isla. Al salir del aeropuerto, escuchamos una voz que dice: RACHEL. Resultó ser Ashly, la chica estadounidense que nos hospedaría en su casa por ese fin de semana. 


La chica nos empezó a mostrar un poco la isla, algunas zona de la isla era muy ricas y otras no tanto, pero igual no se veía pobreza. La zona sur de la isla pertenece a Holanda y la norte a Francia, en una parte se habla inglés y holandés, y en la otra francés. Rachel y yo íbamos con poco dinero por ser pocos día de estadía, pero Ashly no sabía y ella sólo nos llevaba a lugares costos, pero muy buenos y muy buena onda de su parte. Nosotros la primera noche decimos ir a comer sushi muy bueno y después bailar a la orilla del mar.




El resto de los días fuimos a las playas, le dimos una vuelta a la isla en compañía de Ashly y su amigo, fuimos a cenar una noche a la parte francesa, a un restaurante de comida francesa. El último día fuimos a una de las playas más peligrosas del mundo, la playa de Maho, que está detrás del aeropuerto y los aviones pasan muy cerca del mar. Fue una experiencia muy aterradora estar en esa playa, porque el aire te aventaba hacia el mar y todas nuestras pertenecias también. Ese día en la tarde, ya era hora de regresar a República Dominica. Al llegar, yo fui a Juan Dolio en moto, allá estaban mis otros amigos, gringos, esperándome.



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